Cuando te pido que me escuches
Y me empiezas a dar consejos
has hecho lo que te pedí.
Y empiezas a decirme por qué no debo de sentirme así,
Estás pisando mis sentimientos.
Y sientes que tienes que hacer algo para resolver mi problema,
Me has fallado, aunque te parezca extraño.
No que hablaras ni hicieras - sino que me oyeras.
Los consejos son baratos: Por unas monedas puedes
escoger entre varios en un periódico o una revista.
Y yo puedo hacer por mí solo; tengo recursos.
por mí mismo, contribuyes al miedo y debilidad que siento.
por irracional que parezca, entonces puedo dejar de tratar de convencerte
y puedo dedicarme a comprender qué está pasando.
Y cuando se aclare eso, las respuestas son obvias y no necesito consejos.
Porque Dios es mudo, y no da consejos y no trata de arreglarlo todo.
Él sólo escucha y deja que encuentres tu propia solución.
espera tu turno un minuto, y te escucharé.